En el enclave privilegiado de Monfragüe se encuentra uno de los conjuntos de pintura esquemática más importante, no solo del territorio extremeño, sino de en el ámbito nacional, con un complejo conjunto de arte rupestre, con más de un centenar de localizaciones, aunando en un mismo lugar la belleza del paisaje con el valor patrimonial que alberga. En especial podemos destacar conjuntos entorno al Arroyo Barbaón y las representaciones de la Cueva del Castillo. Esta última, referente dentro de las representaciones dentro del Parque, fue descubierta en los años setenta, por los maestros nacionales de la localidad de Torrejón el Rubio, D. Leandro Nieto y D. Manuel de Carlos, convirtiendo este descubrimiento en una de las estaciones de pintura postpaleolíticas más tempranamente conocida de la provincia de Cáceres.
Visible desde el camino que conduce a los restos del castillo medieval de Monfragüe, se trata de una gran oquedad situada en la base del farallón cuarcítico. Su interior se va estrechando , con una profundidad de algo más de 10 m. En ella podemos encontrar pinturas y grabados, los cuales situarían una primera fase de uso de la cueva en el paleolítico , hasta la edad del hierro, demostrando diferentes fases de realización.
Tras una primera fase, a la que corresponderían los grabados lineales finos, se localizan ya del periodo Epipaleolítico, transición hacía el neolítico, figuras que aun conservan el naturalismo y detallismo anatómico, como el gran cérvido infrapuesto al conjunto de antropomorfos más conocido y conservado del abrigo (Ver imagen, parte superior difuso detrás del primer antropomorfo) De este periodo encontramos ejemplos en otros lugares como el Paso de Pablo (Berzocana) o el Abrigo del Arquero (Ceclavín).
Ya dentro del Neolítico- Calcolítico destacamos sin duda el grupo de antropomorfos de trazo grueso y tonalidad anaranjada que responden a las características del arte esquemático. El hecho de que algunas figuras, de este mismo conjunto, presenten rasgos claramente diferenciadores, marcando una jerarquización, y al estar realizadas en un trazo más fino, mostraría una fase aun más temprana de realización, ya Edad del Bronce. Podemos observar por tanto una superposición de diferentes motivos de diferentes periodos en un mismo panel.
En el resto de la cueva, podemos observar diferentes representaciones, que siguen las lineas tanto cromáticas, como figurativas del arte esquemático, con representaciones de dactilares, pecniformes, antropomorfos, zoomorfos... siendo las representaciones de este periodo las más numerosas de la cavidad.
Destacar, además de lo ya citado, es una inscripción en grafitado negro, que parece corresponder con la denominada Escritura del Suroeste. Su transcripción equivaldría a los sonidos KO.N.KO.L.TI.R.U, y podría fecharse hacia los siglos V y IV a.c. (Beltrán Lloris, 1973)
La localización, la peculiaridad, así como el interés
patrimonial de la Cueva del Castillo, han llevado a la realización de trabajos de limpieza y restauración que han devuelto a estos motivos parte del esplendor perdido. Para evitar, la acción de desaprensivos, algo que ya ha sufrido, se han llevado labores de cerramiento, pero apoyado con infraestructuras de acceso y cartelería informativa para que pueda disfrutar el visitante.
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